Beatriz, niñera a domicilio en San cristobal de la laguna

Cuando conoces y confías en tu esencia es sencillo conectar con la esencia del otro, es ahí cuando nace la verdadera conexión entre el ser humano.

Mi nombre es Bea, nací en Tenerife aunque mi infancia floreció en La Gomera. Regresé a esta isla para estudiar y aquí he permanecido entre un ir y venir de viajes y experiencias por otras partes del mundo.

Cuando finalicé mis estudios, Magisterio Infantil y Psicopedagogía, comencé a experimentar y aprender en el mundo laboral. Entre diversas experiencias en el ámbito de la educación, he crecido y crezco continuamente, amando mi trabajo, amando la diversidad, amando desde la consciencia e importancia de un cuidado y acompañamiento respetuoso.

El acompañar desde el respeto, desde el amor, el experimentarlo, el permitirme equivocarme, el permitirme ser yo hace que permita al otro ser quien es. Niños y niñas, padres y madres, familias, compañeras de trabajo, que llegan para regalarme crecer, para crecer juntos, desde la consciencia, desde la llave que abre la puerta a un enriquecimiento personal y profesional. Desde aquí aprendí a contemplar la educación desde un sentir diferente, aprendí a mirarme a mí, sabiendo que desde ahí parte la base de todo lo demás; experimentando que la transparencia conmigo y con el mundo me da libertad.

Se ofrece una atención personalizada, amorosa, un acompañamiento centrado en el respeto hacia el niño y la niña, en sus necesidades, en sus intereses, en su curiosidad natural, escuchando y respetando su ritmo individual, respetando su libertad. Un aprendizaje libre no directivo.

Actitud abierta, cordial y transparente con los papás y las mamás, creando un vínculo con éstos, imprescindible para conectar con su hijo o hija y compartir desde un lugar de confianza.

Se parte desde la presencia, desde la conexión y mirada, desde el sentir. Cuando esto existe, el poder de comprender y entonces empatizar con lo que el otro siente, es sencillo. Ahí entraremos en validar sus emociones, necesidades, sentimientos y ello dará lugar a una buena seguridad y por lo tanto una buena autoestima. No interpretamos ni juzgamos, sentimos, les dejamos ser y nos permitimos ser, nombramos simplemente lo que sucede, hechos, sentimientos…, creando una intimidad emocional. Complacemos, escuchamos, ¿quién dijo que esto fuera malcriar? Acompañar al otro, desde el respeto, dejándole ser, complaciendo sus necesidades, implica conectar, una verdadera conexión que solo puede suceder desde el sentir.

Respetamos su cuerpo, sus ritmos de hambre, su descanso, sus emociones, su carácter, su aprendizaje, sus momentos de juego, sus decisiones…, simplemente, les escuchamos y nos escuchamos.
Sin premios ni castigos, partiendo de unos principios y valores, sin imponer. Aprovechando todo lo que acontece para mirarnos, siendo el conflicto una oportunidad para empoderarnos, para crecer, para acompañarles y acompañarnos en nuestro aprendizaje.

Si resuenas con esto que estás leyendo y te interesa conocer más ponte en contacto conmigo y te cuento un poco más.

Gracias por leerme.
Un saludo. Beatriz